Cuando Delgado es un gordo

Hay personas que por su apellido parecen predestinadas a desarrollar alguna actividad en su vida. No en vano muchos apellidos proceden, precisamente, de la actividad que desarrolló alguno de sus antepasados. Sin embargo, en otros casos, el apellido puede llegar a parecer un auténtico gazapo. Recuerdo un día que, estando en la consulta del médico, salió la enfermera y llamó a un tal Delgado. El pobre era un paciente que pesaría bastante más de 100 kilos, al que el pantalón casi le reventaba. El resto de pacientes no pudimos evitar una sonrisa maliciosa y, una vez que pasó y se cerró la puerta de la consulta, algún que otro comentario sarcástico. Pues bien, en la portada del «ADN» de Bilbao, el 22 de septiembre de 2010, aparece un anuncio de una empresa en el que se lee:
«AGUADO. IMPERMEABILIZACIONES».
Me imagino la de comentarios que habrá tenido que aguantar el tal Aguado. Y, sin dudar de su profesionalidad, no quiero ni pensar lo que tendrá que oír si alguna impermeabilización falla y acaba entrando agua.
Además, para más inri, se da la circunstancia de que la dirección de esta empresa se encuentra en la calle «Los Baños».